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  • Foto del escritorNatalija Aleksandrova

Termorregulación en caballos durante la época fría del año.


Por qué los caballos no deben ser cubiertos con mantas ni cepillados en invierno, y

deben ser alimentados con libre acceso a forraje de calidad 24 horas al día los 7 días a la semana.

Por: Natalija Aleksandrova - Holistic Horse & Hoof Care


La mayoría de los propietarios de caballos son conscientes de los daños y crisis

inherentes a los estados de fiebre, pero pocos propietarios se dan cuenta de lo bien

adaptados que están sus caballos para hacer frente al frío cuando se les proporcionan los medios y el entorno adecuado para su estilo de vida natural.


Para que un mamífero pueda sobrevivir, la temperatura corporal interna se mantiene

dentro de un intervalo muy estrecho. Si la temperatura excede estos límites arriba o abajo, las reacciones químicas a nivel celular funcionan incorrectamente. O dejan de funcionar en absoluto. Fluctuaciones fuera del rango de temperatura normal comportan problemas de salud o la muerte del animal.


Los caballos adultos mantienen su temperatura corporal interna en un rango

alrededor de 38 ℃. Los potros, los jóvenes en crecimiento, las yeguas gestantes y

lactantes tienen una temperatura corporal interna más elevada (Hines, 2004).


Durante miles de años, el caballo salvaje se ha extendido por todo el mundo.

Cualquiera que sea el lugar en el mundo en el que viven, el caballo fue expuesto a la

constante variación de la temperatura a través de un ritmo día / noche o un ritmo

estacional. Sin embargo, incluso hoy los caballos silvestres y semi-salvajes, así como los

domésticos, siempre con las condiciones de vida apropiadas, sobreviven

perfectamente en cualquier condición a la que la naturaleza los exponga. Ya sea en el

norte de Europa o en los desiertos australianos, el caballo está expuesto a todos los

elementos cambiantes de la naturaleza: viento, sol, lluvia, nieve, temperatura

fluctuante, etc. En la naturaleza nunca ha buscado cubrirse con mantas, ni establos ni

siquiera cuevas. El caballo ha evolucionado y hallado formas naturales de prosperar.


El calor en el cuerpo del caballo se genera continuamente como un subproducto del

metabolismo, y un animal sano tiene fuentes internas significativas de calor de los

procesos metabólicos (Bicego, 2007). Para controlar la pérdida interna de calor

durante la época fría del año, la naturaleza ha dotado al caballo con complicados y

extremadamente eficientes mecanismos anatómicos, fisiológicos y de comportamiento

termorreguladores. Para que estos mecanismos funcionen de la manera más eficiente,

el caballo requiere un ambiente y condiciones de vida apropiados a su especie.


A nivel genético, el caballo doméstico es el mismo que su homólogo salvaje, tiene las

mismas habilidades y necesidades para sobrevivir. Básicamente, no necesitan nada del

ser humano, que no sea proporcionarle las mismas condiciones de vida que esta

especie tiene en la naturaleza.


Estas son las condiciones que satisfacen todas las necesidades biológicas esenciales del

caballo y le permiten exhibir sus comportamientos naturales que han evolucionado a

lo largo de varios miles de años:


-Una vida en manada y vida social. El caballo es un animal de manada. Su cerebro

tiene diferentes capacidades que el cerebro del animal solitario no tiene. Sólo en un

caballo que vive en manada, su corteza cerebral funciona correctamente, dando

órdenes correctas normales para el funcionamiento de otros centros cerebrales

subordinados. Sólo así el caballo está sano y psicológicamente equilibrado.


-Libertad de movimiento las 24 horas del día. El movimiento es básico para el

metabolismo del caballo y esencial para la salud de sus cascos.


-El libre acceso a la alimentación adecuada, forraje, las 24 horas del día, ya sea en

forma de pasto o heno de buena calidad. El estómago del caballo secreta acido sin

parar durante el día y la noche, de manera que tiene que ser contrarrestado con

forraje para no desarrollar ulceras.


-Un refugio del que puedan entrar y salir libremente. Ya sea una construcción o

refugios naturales como puedan ser árboles, bosques o colinas.


-El cuidado óptimo de sus cascos. Ya sea con unas condiciones naturales en libertad o

con unos correctos ajustes fisiológicos.


Bajo el cuidado humano que respeta y proporciona las necesidades naturales del

caballo, y no hace de este animal un sujeto para el antropomorfismo a través de

cuadras, el cambio de los hábitos alimenticios, el abrigo con mantas, esquilados,

herrajes, etc., el caballo doméstico es capaz de utilizar correctamente sus increíbles

habilidades termorreguladoras de forma natural exactamente de la misma manera que

el caballo salvaje.


Estudiemos de forma más profunda cómo funcionan los mecanismos

termorreguladores en el caballo, y cómo son interferidos y dañados con manejos y

cuidados antinaturales.

En primer lugar lo que es importante recordar es que debido a algunos factores

termorreguladores como la piel y la capa, que son muy buenos aislantes, que evitan la

pérdida de calor, y los músculos que producen calor a través de sus movimientos, es mucho más fácil para los caballos calentarse con un tiempo frio que enfriarse con tiempo caluroso, o refrescarse después del ejercicio intensivo. El enfriamiento es más difícil para el caballo. Los caballos están adaptados para manejar el frío. La piel del caballo es responsable tanto de proteger el interior del cuerpo de los cambios de temperatura exterior, como de no permitir la pérdida de calor en tiempo frío.

También hay que mencionar que la piel es responsable de la disipación del calor

interno generado por la acción muscular para evitar un sobrecalentamiento del

cuerpo.


Los mecanismos termorreguladores de la piel consisten en cuatro factores principales,

la piel, la capa, las arterias y las glándulas sudoríparas, tres de las cuales son

responsables de mantener el caballo caliente en un clima frío:


1. La piel misma funciona como una capa aislante a través de su grosor relativo.


2. La capa. El aislamiento de la capa depende de la profundidad y grosor del pelo, de la

velocidad del viento y de los gradientes de temperatura y humedad dentro de la capa

(Ousey et al., 1992). La capa, en caballos, cambia dos veces al año a través del

mecanismo llamado fotoperiodismo, adaptándose a diferentes temperaturas

estacionales. Los sensores en la piel del caballo reaccionan a los cambios de longitud

de luz diurna. El caballo está listo para hacer crecer su capa de invierno justo después

del solsticio de verano, cuando los días empiezan a ser más cortos. El caballo está listo

para cambiar su abrigo de invierno a uno de verano justo después del solsticio de

invierno, cuando los días empiezan a ser más largo. Además del fotoperiodo, la

temperatura ambiental también afecta el crecimiento del pelo. En climas más fríos los

caballos producen capas más gruesas y más largas que en climas más cálidos, al

comparar caballos que tienen la misma puntuación corporal y se les da la misma

cantidad de alimento.


Capa de un caballo árabe en un día de invierno muy frío (alrededor de -27 ° C / -17 ° F, Europa Central). El mecanismo de piloerección en funcionamiento, el pelo se eleva para aumentar el aislamiento de la capa.


Se observa también que los potros ya nacen con el mecanismo que controla el

crecimiento de la capa. Podemos ver que los potros nacidos a principios de la

primavera nacen con una capa más larga que los nacidos al final de la primavera o en

verano. También el crecimiento del manto se ve afectado por algunos otros factores,

por ejemplo, la alimentación y la raza del caballo.


Además de crecer su pelo, el caballo puede aumentar el aislamiento de la capa a

través del mecanismo llamado piloerección, elevar, bajar o girar en diferentes

direcciones el pelo de la capa a través de músculos erectores del pelo. De esta manera el caballo aumenta o disminuye el espesor de su capa aislante y varía de manera eficaz la cantidad de flujo de aire a la superficie de la piel.

La piloerección aumenta la profundidad de la capa del 10% al 30% en los caballos maduros .

Los músculos erectores del pelo se deben ejercitar regularmente para trabajar

correctamente, como con cualquier otro músculo en el cuerpo. Los pelos de la capa se

cubren con una sustancia grasa, que ayuda al caballo a no mojarse la piel en días

lluviosos o nevados. La capa tiene un efecto repelente de agua gracias a esta grasa del

pelo, el agua resbala por el pelo exterior mientras que la capa más profunda

permanece seca. Cuanto más larga sea la capa de pelo, menos agua llegara a la piel. A

través del cepillado regular de la capa, la sustancia grasa se elimina y el efecto

repelente de agua se deteriora. No es aconsejable tampoco limpiar la capa de suciedad

que al revolcarse en el barro envuelve al caballo. El barro además de ser protección

contra insectos, tiene un efecto de enfriamiento en climas más cálidos. Huelga decir

que la práctica popular de esquilar el pelo de un caballo elimina completamente el

factor termorregulador del pelaje y el lavado con champús elimina la grasa protectora

del pelo destruyendo su efecto repelente del agua.


3. Arterias en la piel. Las arterias a través de acciones musculares, llamadas

vasoconstricción o vasodilatación, pueden ser estrechadas o agrandadas, regulando el

flujo de sangre a la piel. La constricción previene la pérdida interna de calor al reducir la cantidad de sangre caliente traída a la superficie del cuerpo más fría. La dilatación permite una mayor cantidad de sangre caliente de interiores sobrecalentados para llegar a la superficie del cuerpo y ser enfriado. La sangre enfriada reduce la temperatura interna del cuerpo cuando se devuelve al interior del cuerpo.


4. Glándulas sudoríparas. El caballo utiliza las glándulas sudoríparas para enfriarse en

un momento en que las temperaturas externas o internas son demasiado calientes.

Cuando la temperatura exterior es demasiado alta para que el aire enfríe la sangre a

través de la piel, las glándulas sudoríparas segregan líquido. La evaporación de este

líquido enfría la superficie de la piel y la sangre en las arterias superficiales. De esta

manera, llevando la sangre enfriada al cuerpo interno, la temperatura internamente

puede bajarse incluso cuando está caliente afuera. El caballo deja de secretar el sudor

tan pronto como la temperatura interna del cuerpo ha alcanzado la normalidad.

Entonces debe secarse rápidamente, ya que de lo contrario el enfriamiento continuaría

y llevaría la temperatura corporal por debajo de los límites normales. Un caballo

sudoroso da vuelta a sus pelos de la capa en varias direcciones para evitar enfriarse

demasiado y en libertad busca generalmente un punto ventoso para secarse

eficazmente, rápidamente y con seguridad. Mencionar el mecanismo de las glándulas

sudoríparas es importante porque las glándulas sudoríparas también se ponen en

función a través de la acción muscular.


Si bien estos son los cuatro principales mecanismos de termorregulación, veamos

ahora otros mecanismos termorreguladores de los caballos.


-Los pulmones. Además de la piel, la capa, los cambios en la circulación sanguínea y la

sudoración como medio de controlar la temperatura interna, el caballo tiene acceso a un mecanismo de enfriamiento que involucra a los pulmones. El aire exhalado de los pulmones contiene humedad. En condiciones cálidas, si los mecanismos termorreguladores anteriores no son adecuados para enfriar el cuerpo, el caballo puede aumentar la respiración de modo que se absorba más aire a los pulmones y se expulsa más vapor de agua (caliente), tomando calor del cuerpo. La mayoría de nosotros estamos familiarizados con los perros jadeando para refrescarse.

El aumento de la respiración puede ser una manera eficaz para enfriar el cuerpo, pero

lamentablemente muchos caballos ya respiran más aire del que sería bueno para ellos.

Esto se debe a que factores como el box, el aislamiento, los hábitos alimenticios

antinaturales, las mantas, el esquilado, el herraje, etc., imponen estrés a su fisiología lo

que implica una mayor producción de adrenalina que está directamente relacionada

con un aumento en el volumen de aire respirado. El aumento de la respiración tiene un

efecto directo y perjudicial sobre la fisiología (incluyendo por ejemplo la reducción en

la disponibilidad de oxígeno), lo que puede motivar la incapacidad de funcionar

adecuadamente y aparecer síntomas (http://www.equinebreathing.com).

El aumento de respiración en tiempo frío puede causar pérdida excesiva de calor

interno.


La grasa corporal. La cantidad de grasa en el cuerpo es también un factor importante

de termorregulación. Dado que, además de ser la reserva de energía del cuerpo, la

grasa es tres veces más aislante que otros tejidos, debido a su baja conductividad

térmica y a su escaso suministro de sangre (Guyton, 1991; Davenport, 1992). Por lo

tanto, es importante que un caballo tenga una buena capa de grasa antes del invierno.

Los caballos salvajes y los caballos domésticos mantenidos de forma natural

mantienen su ritmo natural de fluctuación del peso durante todo el año, aumentando

su peso hasta el 20% en el otoño. Por lo general, podemos ver que los caballos

domésticos con una capa de grasa más gruesa en sus cuerpos les crece una capa de

invierno relativamente más corta que a los caballos con menor aumento de grasa en

otoño, comparando la misma raza y la misma puntuación del cuerpo. También la grasa

se distribuye más uniformemente sobre la superficie del cuerpo en condiciones de frío

en lugar de concentrarse en algunas áreas particulares como en condiciones de calor.


Tamaño y forma del cuerpo. Mantenidas en las mismas condiciones, las razas de

caballos más pequeñas tienen una capa más larga y más gruesa en comparación con

razas más grandes. También vemos una capa típicamente más gruesa en potros. Esto

está relacionado con el gran efecto de la alometría, el cambio sistemático en las

proporciones del cuerpo con el aumento del tamaño y en el equilibrio de calor dentro

de las especies animales. Los cambios dentro de las especies ocurren a medida que los

animales crecen y se desarrollan, pero también existen entre razas de la misma

especie (Reiss, 1991; Langlois, 1994). Generalmente, un tamaño del cuerpo grande es

una ventaja con respecto a la termorregulación en el frío. Puesto que la proporción

entre el área superficial que disipa el calor y la masa corporal productora de calor y de

su retención disminuye con el aumento del tamaño corporal (Phillips & Heath, 1995;

Bligh, 1998). Los caballos pequeños pierden más calor corporal que los caballos

grandes.

Además del gran tamaño corporal, la forma esférica del cuerpo reduce el área

superficial en proporción de su masa corporal (Langlois, 1994) Para compensar la

relación mayor superficie / masa, los caballos de zonas más frías del norte

generalmente han desarrollado cuerpos redondos más pesados y con extremidades

más cortas que están bien protegidos por el pelo grueso, la melena y largos pelos en el

menudillo, por lo que son más capaces de retener más calor corporal y hacer frente al

frío.


La digestión de la fibra. Aumentar la ingesta de alimentos aumenta la producción de

calor en el cuerpo del caballo. Esto se relaciona con el hecho de que el proceso de

digestión de fibras largas produce calor como subproducto. Es importante que los

caballos domésticos tengan acceso ilimitado al forraje 24 horas al día. Y aquí es

importante señalar que todos los tipos de alimentadores lentos o slowfeeders que

impiden que el caballo tenga un bocado de heno cuando lo desee, no son completamente

naturales. Esta forma de alimentación no se puede considerar realmente el libre acceso a

los alimentos, que se da en la naturaleza.

En tiempo frío este acceso al pasto o al heno les da la oportunidad de aumentar la

producción de calor al estar continuamente comiendo y digiriendo fibra larga.

Especialmente cuando algunos de los otros mecanismos termorreguladores aún no

han tenido tiempo suficiente de ajustarse en condiciones meteorológicas repentinas,

como una rápida caída de temperatura.


Un caballo doméstico refresca su menú con hierba seca vieja en invierno., Esta puede contener altos niveles de azúcares y otros nutrientes beneficiosos para el caballo.


Esta demanda adicional de alimento se denomina demanda de energía climática

(MacCormak& Bruce, 1991). Se ha observado que los caballos necesitan

aproximadamente 0,2 a 2,5% más de energía para mantener su temperatura corporal

por cada disminución de 1 grado Celsius de temperatura exterior por debajo de su

temperatura crítica más baja (Young Coote, 1973, McBride et al., 1985, Cymbaluk et

al., 1989a Cymbaluk, 1990). (La temperatura crítica más baja es individual para cada

caballo / grupo de caballos en diferentes épocas del año y depende de muchos otros

factores termorreguladores y ambientales).


Es importante destacar que los caballos de menor tamaño tienen mayores valores

críticos de temperatura, lo que significa que su pérdida de calor es relativamente

mayor que la de los caballos más grandes. Así, los caballos de pequeño tamaño

realmente necesitan proporcionalmente más alimento adicional. Para explicarlo mejor,

cuanto mayor es el valor de temperatura crítica inferior, más pérdida de calor

experimenta el animal. Las razas de caballos de pequeño tamaño pierden más calor

que las razas de caballos de tamaño grande en las mismas condiciones de

temperatura. Cuanto menor sea el valor de temperatura crítica inferior, mayor será la

retención de calor que experimenta el animal. Las razas más grandes de caballos

permanecen más calientes en tiempo frío.


Reducción de la actividad en tiempo frio. Se ha comprobado que los caballos salvajes

reducen su actividad locomotora en invierno en comparación con el verano (Duncan,

1980, Berger et al., 1999, Arnold et al., 2006). La reducción de la actividad en invierno

fue un patrón anual relacionado con la disminución de la temperatura exterior y, por

tanto, con una reducción en la producción interna de calor y el gasto energético

(Arnold et al., 2006). Este mecanismo de adaptación reductora de su actividad ayuda a

los caballos salvajes a hacer frente al desafío energético del invierno.


Podemos observar una reducción similar de la actividad en invierno en caballos

domésticos mantenidos en condiciones naturales. Aunque los caballos domésticos no

afrontan el reto de la necesidad de buscar comida en invierno en la misma medida que

sus congéneres salvajes. Esta ralentización en su actividad obviamente tiene el mismo

propósito que en los caballos salvajes, la reducción del gasto de energía en el frío. Por

lo tanto, es un ritmo estacional normal en el caballo que se mueva menos en invierno

debido mecanismo de termorregulación frente al frio, por lo que no es aconsejable

forzar a los caballos en invierno.


Sesiones cortas de actividad con el frio. Junto con la reducción general de la actividad

durante la época de frio, hemos observado en los caballos, sesiones cortas de

inquietud y actividad locomotora (movimiento) durante los períodos de súbito frío

agudo y clima adverso. Movimiento beneficioso a corto plazo que es un puente útil

hasta que otros factores de su sistema termorregulador se ajusten a las nuevas

condiciones de temperatura.


Reducir la pérdida de calor y ganar calor a través de la radiación corporal. A veces

podemos observar caballos de pie o acostados muy cerca uno del otro, de esta manera

se reduce la pérdida de calor a través de la radiación. Mediante esa proximidad

posicional entre sí, reducen la superficie corporal expuesta al entorno externo (Bligh,

1998). Al mismo tiempo, los animales, que por alguna razón, no producen suficiente

calor interno individual, pueden utilizar, como fuente adicional de calor beneficioso, la

radiación del calor del cuerpo de un compañero de paddock a través de la proximidad

posicional.



Baños de sol. También cambiando la postura corporal y la orientación, los caballos

puede aumentar la radiación solar absorbida para usar como otra fuente adicional de

calor. A menudo podemos observar que los caballos prefieren tomar el sol

directamente en lugar de comer durante los cortos días soleados de invierno, y tan

pronto como el sol se pone de nuevo a comer.


Tomando el sol en un día de invierno.


Nieve sobre el dorso. La nieve que a veces podemos ver sobre el dorso de los caballos

durante el invierno también juega el útil papel de proporcionar una capa protectora

adicional contra la pérdida de calor interno.


Posición y postura del cuerpo. En días ventosos y lluviosos, podemos ver caballos de pie con sus colas al viento y sus cabezas bajas. De esta manera mantienen

efectivamente sus cuellos, cabezas, orejas y ojos, vientre y vainas fuera del agua y el

viento. Sus colas sirven para proteger sus extremos traseros, los pelos más cortos del

maslo actúan desviando la nieve y el viento. También en esos días, los caballos se

pueden ver de pie junto a paredes, o el usando cortavientos naturales, como árboles o

colinas para protegerse del viento.

Cuando se les permite escoger, se ha observado que los caballos utilizan los espacios

cerrados, tales como refugios o bosques, más para esconderse del calor del verano y

las moscas, que no del viento y la lluvia.


Temblores. En circunstancias extremas, el calor en el cuerpo del caballo puede ser

generado por temblores. Durante los escalofríos, el calor se produce rápidamente al

romper el ATP en los músculos (Langlois, 1994). El temblor es generalmente una

respuesta aguda a la exposición repentina al frío, o a veces ocurre durante períodos

prolongados de exposición al frío en tiempo lluvioso. En animales sanos, los escalofríos

son reemplazados por una producción interna de calor normal, ya que se adaptan a las

nuevas condiciones climáticas.


Termorregulación en los cascos. Una temperatura constante en los cascos es

necesaria para el correcto funcionamiento del metabolismo, que junto con otros

factores, permite la producción normal del casco. La cápsula del casco tiene

propiedades aislantes. A través del mecanismo de expansión y deformación específica

y de sus estructuras internas al impacto, se crea energía que libera calor como un

subproducto manteniendo así el casco caliente. Para que el mecanismo del casco

funcione correctamente, un caballo necesita sus cascos sin restricciones, así como el

movimiento sin restricciones durante todo el día y la noche. Las herraduras afectan a la

capacidad de los cascos de mantener esta temperatura constante bloqueando la

capacidad de expandirse y deformarse correctamente al impactar. Los cascos también

conducen frío hacia dentro. A menudo podemos observar cómo la nieve forma bolas

en las plantas de los caballos herrados, donde normalmente en los cascos saludables y

sin herrar, se derrite.


Mantas para caballos. Cubrir al caballo con una manta puede llevar su sistema de

termorregulación a un desorden completo. El animal trata de calentar partes del

cuerpo dejadas expuestas al frío como la cabeza, el cuello, el vientre y las patas, y en el

proceso se recalientan aquellas partes cubiertas por la manta. Un caballo no puede

aumentar el calor en un área seleccionada de su cuerpo. Todo el cuerpo se enfría o

todo el cuerpo se calienta. Sudar bajo una manta es un problema metabólico más

grave para el caballo de lo que la gente cree.


Boxes y mantas. Un problema diferente ocurre con los espacios cerrados, al colocar un

caballo sudoroso y caliente en un establo. Debido a la falta de circulación de aire, el

enfriamiento tarda más y el caballo suda durante más tiempo. El aire que rodea al

caballo se satura y el secado también tarda más de lo normal, porque el aire húmedo

no puede absorber más humedad. Como resultado, el caballo permanece bajo

enfriamiento, propiciando las condiciones para un trastorno interno: cólicos,

enfermedades e infecciones al afectar negativamente los márgenes de temperatura

segura del metabolismo.

Mantenidos en boxes o cubiertos, los caballos carecen de estímulos (fluctuaciones de

temperatura) que inciten la actividad de los mecanismos termorreguladores. No

necesitan ejercitar los músculos erectores del cabello, ni para dilatar o estrechar las

arterias, ni para activar las glándulas sudoríparas, ni para preparar o agotar las reservas

de grasa saludable. Todos los músculos se atrofian sin ejercitarse durante un período

de tiempo. Si un animal en este estado es repentinamente expuesto al frío, no podrán

activar los mecanismos termorreguladores necesarios. Como resultado, la temperatura

corporal interna podría bajar demasiado, lo que conduciría a interrupciones en los

procesos metabólicos. Esto puede afectar, por ejemplo, a la tasa de producción y

migración de glóbulos blancos y anticuerpos, con la incapacidad parcial de los mismos.

El resultado es un animal estresado con una enfermedad o infección albergada en su

ambiente interno. El germen no es nada, el ambiente es todo (Louis Pasteur).

Consecuentemente, los gérmenes o virus en el cuerpo tienen una oportunidad

perfecta para reproducirse.


Efectos del estrés. Además del hecho de que los mecanismos termorreguladores

naturales sólo pueden utilizarse plenamente cuando un caballo se mantiene en las

condiciones de vida apropiadas para su especie, existe un factor de ansiedad y estrés

que los caballos experimentan inevitablemente cuando se les priva de sus necesidades

básicas y se mantienen de forma antinatural (boxes, separación de compañeros

equinos, ejercicio forzado, falta de ingestión continua de fibra, etc.). Este estrés

también los hace menos capaces de hacer frente al frio, sabemos sobradamente que el

estrés debilita el sistema inmunológico.


¡Fortalezca el sistema inmunológico del caballo dándole la vida para la que fue

diseñado por la naturaleza!


by ©Natalija Aleksandrova



Referencias:

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