Calor y caballos
- 13 jun
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Actualizado: 14 jun
Los veranos calurosos pueden ser duros para los humanos, pero pueden serlo aún más para los caballos. Esto se debe a que, en lugar de elegir cómo lidiar con el calor, los caballos dependen de nosotros para que tomemos las decisiones de manejo adecuadas.
La temperatura ambiental ideal para los caballos varía, pero se considera que están cómodos en un rango de 0°C a 25°C. Los caballos toleran mejor el frío que el calor. Sin embargo, es crucial prestar atención a las temperaturas extremas, tanto las muy frías como las muy calientes, para garantizar su bienestar y a partir de 30°C se debe activar la alerta por calor.
Además la fisiología de los caballos, si bien les permite ser excelentes corredores, también los hace susceptibles a generar mucho calor durante el ejercicio, generan una cantidad significativa de calor metabólico durante el ejercicio porque una gran parte de la energía utilizada por sus músculos se convierte en calor (70%-80%).

El sol también genera calor en la superficie de la piel del caballo. Esta acumulación de calor puede provocar diversos problemas de salud si no se controla adecuadamente.
Los caballos se conocen coloquialmente como mamíferos de sangre caliente, también conocidos como endotermos, que son aquellos que regulan su temperatura corporal internamente, independientemente del ambiente. Esto se logra a través del metabolismo, generando calor dentro del cuerpo. A diferencia de los ectotérmicos (como los reptiles), que dependen del entorno para regular su temperatura.
La regulación de la temperatura (también conocida como termorregulación) es la capacidad del cuerpo del caballo para mantener o recuperar su temperatura interna.
Con la constante alteración de la temperatura ambiente, la termorregulación permite al caballo mantener su temperatura corporal dentro de ciertos límites. Para que los caballos sobrevivan, su temperatura corporal interna se mantiene dentro de un rango muy estrecho, entre 37,2 ºC a 38,5 ºC.

El calor se genera continuamente en el cuerpo del caballo como resultado del metabolismo y este aumenta durante el ejercicio.
Los caballos poseen una alta capacidad metabólica y, a la vez, una superficie relativamente pequeña para disipar el calor. Por lo tanto, sufren una desventaja en comparación con muchas otras especies. El caballo debe regular su producción y pérdida de calor mediante mecanismos termorreguladores.
Para ello poseen numerosos termorreceptores periféricos (terminaciones nerviosas sensoriales) que detectan cambios de temperatura, lo que genera impulsos nerviosos proporcionales. Un centro coordinador del sistema nervioso central (hipotálamo) recibe estos impulsos nerviosos entrantes y emite señales a los órganos que alteran la temperatura corporal, actuando para reducir la pérdida de calor o eliminar el calor acumulado.
Factores como la temperatura ambiente, la humedad alta, la mala ventilación del box, la exposición prolongada a la luz solar directa, el trabajo excesivo, el transporte (Los remolques y camiones para caballos pueden calentarse mucho en su interior) y la obesidad pueden alterar este equilibrio de pérdida/ganancia de calor y provocar sobrecalentamiento en los caballos.
Un caballo pierde calor al ambiente mediante una combinación de radiación, convección y evaporación.
La radiación es la transferencia de calor entre objetos sin contacto físico directo. El intercambio de calor por radiación térmica ocurre entre la piel del animal (o superficie del pelo) y el ambiente circundante por ondas electromagnéticas sin contacto físico directo. La radiación solar puede ser significativa en ambientes calurosos, especialmente si el caballo está expuesto durante largos periodos. Un caballo expuesto a la luz solar intensa puede absorber una gran cantidad de radiación solar que puede exceder su producción metabólica de calor, lo que puede causar estrés térmico.
La convección es el movimiento ascendente de las zonas más cálidas y el movimiento descendente de las zonas más frías. La convección se produce continuamente entre la superficie del cuerpo y el aire circundante. La convección libre en la superficie de la piel provoca pérdida de calor si la temperatura es baja, con transferencia de calor convectiva forzada adicional cuando el viento sopla sobre la superficie corporal.
Ante el frío, un pelaje grueso aísla y resiste la transferencia de calor, ya que atrapa el aire cerca de la piel, previniendo así la pérdida de calor. En verano, el caballo, en cambio, tiene un pelaje fino que facilita la pérdida de calor.

Si el calor corporal no se minimiza mediante la convección, la temperatura corporal del caballo se regula completamente mediante la evaporación del sudor.
La termorregulación de los caballos depende principalmente de la pérdida de calor por evaporación a través del sudor. Esta evaporación se produce en la superficie de la piel y el tracto respiratorio del caballo (jadeo). Los caballos sudan para mantener la temperatura corporal central. Y en los calurosos días de verano, los caballos pueden sudar, incluso si no se mueven mucho. En temperaturas más frías, el sudor puede evaporarse rápidamente, creando un efecto visible de vapor.
El caballo posee glándulas sudoríparas altamente eficaces, presentes tanto en la piel con pelo como en la piel sin pelo, lo que produce las tasas de sudoración más altas del reino animal.

Posee un enfriamiento por evaporación eficiente gracias a que su sudor contiene una proteína llamada latherina (la sustancia que hace que el sudor forme espuma), que actúa como agente humectante (tensioactivo); esto permite que el sudor se desplace de la piel al pelo.
Cuando los caballos generan más calor metabólico durante el ejercicio, el cuerpo activa mecanismos de pérdida de calor para mantener la temperatura central dentro de la zona termoneutral (el rango de temperatura ambiente en el que el metabolismo normal de un animal puede mantener una temperatura corporal prácticamente constante sin esfuerzo adicional). La sangre transporta el calor sobrante a la superficie de la piel, donde el sudor lo ayuda a evaporarse.

El sudor es una mezcla de agua, electrolitos y proteínas. Los caballos producen sudor como mecanismo termorregulador en respuesta a cambios homeostáticos (adaptaciones que el cuerpo realiza para mantener la estabilidad interna ante fluctuaciones en el ambiente interno o externo).
Cuando los caballos sudan mucho, corren el riesgo de deshidratarse. El equilibrio hídrico en el cuerpo del caballo está controlado por las concentraciones de hormonas y electrolitos, por lo que la deshidratación y la pérdida de electrolitos están relacionadas.
Los electrolitos son minerales (calcio, potasio, sodio, magnesio, cloruro, bicarbonato y fosfato) que intervienen en la mayoría de los procesos electroquímicos que sustentan la vida. Todos se pierden en cantidades prodigiosas cuando un caballo suda. Afortunadamente, un caballo puede reponer sus reservas minerales internas al pastar y beber.

El sodio es clave para ello; cuando los niveles de sodio en sangre son altos, la hormona antidiurética reduce las pérdidas de agua para conservarla y mantener este equilibrio. La sal (Cloruro de sodio) ayuda a retener agua en el cuerpo y fomenta la ingesta de agua, lo cual es vital para prevenir la deshidratación
Debemos pues, complementar la dieta del caballo con sal para regular los electrolitos que pierden con el sudor, especialmente cuando hace calor o cuando trabajan, ayuda a prevenir la deshidratación y favorecer el funcionamiento saludable de los músculos y las células.
Sin embargo, a veces puede ser recomendable administrar un suplemento, el sodio no es el único electrolito que se pierde en grandes cantidades cuando su caballo transpira. También pierde potasio, cloruro, calcio y magnesio, todos importantes para los procesos electroquímicos del cuerpo equino. Por eso, cualquier caballo que trabaje o sude excesivamente en climas cálidos es un buen candidato para la suplementación de electrolitos mediante un producto vitamínico-mineral completo. Si no se reponen los electrolitos perdidos, el desequilibrio resultante puede provocar una bajada de la presión arterial, además de problemas neurológicos o cardiovasculares.
Los suplementos vitamínicos y minerales de calidad están disponibles tanto en forma granulada, para mezclar con pienso, como en forma de bloque, para una alimentación libre.

Otro sistema de termorregulación del caballo es el jadeo. Los caballos no pueden jadear como un perro, pero pueden aumentar su frecuencia respiratoria para disipar el calor de las vías respiratoria, ya que intercambian más aire, lo que ayuda a disipar el calor de los pulmones, y permite a los caballos liberar una parte significativa del calor corporal retenido.
El jadeo se define como una frecuencia respiratoria superior a 120 respiraciones por minuto con las fosas nasales dilatadas y el caballo adoptando un movimiento de balanceo. Debido a la alta concentración de sangre en la mucosa de las vías respiratorias superiores del caballo, este posee un sistema de intercambio de calor muy eficiente y eficaz. Se estima que esta vía disipa casi el 25 % del calor generado por el caballo durante el ejercicio.
Durante el ejercicio, se produce una dilatación de los vasos sanguíneos, lo que aumenta el flujo sanguíneo a la mucosa y permite que se disipe más calor al ambiente. Cuando las vías respiratorias maximizan la pérdida de calor por evaporación, el caballo comienza a jadear. La pérdida de calor por evaporación respiratoria permite el enfriamiento de la sangre venosa que drena de la cara y el cuero cabelludo. Esta sangre puede ser hasta 3 °C más fría que la temperatura corporal central y al entrar en el sistema circulatorio central, puede tener un efecto refrescante significativo en todo el cuerpo. Es probable que este sistema sea un medio subestimado y significativo para enfriar al caballo.
Como hemos visto, los caballos adultos sanos pueden equilibrar la acumulación y disipación de calor corporal para mantener su temperatura corporal entre 37,5 y 38,5 °C, cuando se encuentran en su zona termoneutral (0 ºC - 25 ºC). Sin embargo, en ciertas circunstancias, como tras un ejercicio intenso en condiciones de calor o de calor y humedad, la acumulación de calor corporal supera la disipación y los caballos pueden sufrir estrés térmico. El estrés térmico prolongado o severo puede provocar anhidrosis (limitación de la capacidad del caballo para sudar), golpe de calor o daño cerebral.

Muchos factores pueden determinar la capacidad de un caballo para tolerar el calor, incluida la aclimatación, la raza, la edad, el plan de alimentación, la condición física, el gasto de energía, la hidratación y la humedad. También los caballos transportados en remolques durante largas distancias pueden correr un mayor riesgo debido al escaso acceso al agua potable y a la ausencia de flujo de aire en el remolque.
Para mitigar los efectos negativos de una alta carga de calor en el cuerpo, se requiere la detección temprana del estrés térmico y la intervención humana inmediata para reducir la temperatura corporal elevada del caballo de forma oportuna.
Necesitamos saber cómo identificar el estrés térmico y el golpe de calor para poder ayudar rápidamente a su caballo. Los caballos que se encuentran en climas cálidos o sometidos a trabajos pesados deben ser monitoreados con frecuencia para detectar signos de sobrecalentamiento.
Síntomas de estrés térmico-sobrecalentamiento:
Temperatura rectal alta (39,5 – 41,5 °C)
Aumento de la frecuencia cardíaca en reposo
Respiración rápida y fosas nasales dilatadas en reposo
Deshidratación : pérdida de elasticidad de la piel, encías pegajosas, ojos hundidos y reducción de la producción de orina.
Agotamiento o letargo
Sudoración excesiva y piel caliente.
Ingesta de alimento reducida
Si notamos alguno de los signos clínicos de estrés por calor descritos, suspenderemos toda actividad física y llevaremos al caballo a un lugar fresco y lo enfriamos inmediatamente.
Síntomas de golpe de calor:
Temperatura rectal muy alta (40,5 – 41,5 °C)
Frecuencia cardíaca muy rápida en reposo (más de 60 latidos/min)
Respiración muy rápida en reposo (más de 40 respiraciones/min)
Tropezar, renuencia a moverse
Descoordinación
Deshidratación con piel enrojecida prolongada
Agitación y angustia
Shock
Colapso
Llamar al veterinario y refrescar al caballo inmediatamente si presenta alguno de los anteriores signos de golpe de calor, podría ser necesaria una intervención médica inmediata .
Para detectar la deshidratación hay dos pruebas sencillas que podemos realizar:

1- La prueba del pellizco, sujetamos un pliegue de piel en la punta del hombro y lo separamos ligeramente del cuerpo. Luego, soltamos, observando cuánto tarda en aplanarse el pliegue. En un caballo hidratado, la piel volverá a su posición original en menos de un segundo. Si el pliegue sigue visible después de dos o tres segundos, el caballo está deshidratado.
2- Otra prueba consiste en presionar la yema del dedo contra sus encías. Al soltar la presión, veremos una mancha blanca; observaremos cuánto tarda en volver el color rosa. Si la hidratación de la sangre es normal, el color rosa volverá en menos de dos segundos. Si la mancha persiste después de tres o cuatro segundos, el caballo podría estar deshidratado.
Los caballos con sobrecalentamiento, generalmente pueden refrescarse con agua fría mediante una manguera o una esponja . Rociamos al caballo con un chorro continuo, lo cual ayuda a disipar el calor, de forma similar al sudor.

Se creía que usar agua fría y hielo sobre un caballo caliente para enfriarlo provocaba calambres . Sin embargo, este mito ha sido desmentido . Aplicar rápidamente agua fría y hielo al cuerpo puede causar calambres leves, pero es seguro y puede aliviar rápidamente el estrés térmico leve o moderado.
El riego con agua fría debe ser continuo hasta que la temperatura corporal central del caballo se normalice. Después de la aplicación de manguera, el caballo debe pasearse en un lugar fresco y sombreado . Si no hay ningún lugar donde pasear, protegido del calor o la luz solar directa, continuaremos refrescándolo con agua o hielo.
Los caballos con golpe de calor y temperaturas rectales superiores a 40,5 °C pueden requerir medidas adicionales para controlar los síntomas.
Aplicaremos hielo en la frente, la cabeza, el cuello y la espalda del caballo para enfriar los vasos sanguíneos principales y la sangre que circula por el cuerpo. A medida que la sangre circula, esto ayudará a bajar la temperatura corporal del caballo.
Evitaremos enfriar los músculos de la parte trasera y alrededor de la grupa. Estos músculos podrían presentar un flujo sanguíneo bajo y enfriarlos puede empeorar la condición.
Si el caballo se desploma por un golpe de calor severo , continuaremos refrescándolo desde una distancia segura hasta que llegue la ayuda veterinaria. Acercarse demasiado a un caballo desplomado puede ser peligroso tanto para el cuidador como para el caballo si este intenta levantarse.
Los caballos deben tener acceso a agua limpia y fresca en todo momento pero es fundamental aportar electrolitos al agua potable para favorecer la rehidratación y el equilibrio electrolítico. Algunos caballos con estrés térmico pueden requerir líquidos intravenosos (IV) para reponer el agua y los electrolitos perdidos. Los líquidos intravenosos suelen ser administrados por el veterinario a través de un catéter en la vena yugular del caballo.
La mejor manera de prevenir el estrés térmico del caballo es limitar el ejercicio intenso en condiciones de calor y humedad. Sin embargo, para muchos caballos de competición, es imposible evitar por completo el entrenamiento en climas cálidos.
Afortunadamente, existen varias prácticas de manejo que se pueden implementar para ayudar a los caballos a regular su temperatura corporal y evitar la deshidratación y el golpe de calor:
Dar tiempo a los caballos que viajan a zonas con diferentes climas para que se aclimaten a su nuevo entorno.
En la medida de lo posible, se debe evitar el ejercicio y el entrenamiento extenuantes cuando el calor sea muy fuerte.
Para reducir el riesgo de sobrecalentamiento de los caballos, se pueden instalar equipos de refrigeración, como ventiladores, en cuadras y box.
Acceso a agua limpia y fresca en todo momento.
Algunos dueños optan por esquilar el pelaje de sus caballos en verano, especialmente si tienden a tener pelo grueso durante todo el año. Los caballos esquilados se refrescan mejor después del ejercicio intenso y pueden tener un menor riesgo de estrés térmico.
Refrescar al caballo con mangueras y ventiladores después del ejercicio.
Vigilar siempre al caballo para detectar signos de estrés por calor, como respiración rápida y agotamiento prematuro.
Comunicarse con el veterinario inmediatamente si se sospecha que un caballo padece estrés por calor o golpe de calor.
Pese a todo lo descrito, los caballos pueden vivir al aire libre durante los meses cálidos de verano las 24 horas del día, los 7 días de la semana, si, además de forrajes adecuados, se les proporcionan dos ingredientes imprescindibles: agua fresca y sombra.

El agua, en particular, debe ser abundante y estar fácilmente disponible, los caballos beben más con el calor. Los caballos son animales sensibles y, al igual que los humanos, tienen preferencias a la hora de beber agua, no les gusta beber agua caliente en temperaturas cálidas. Los bebederos automáticos o los tanques grandes, ubicados a la sombra y que se limpian con regularidad, pueden ser buenas opciones, sin olvidar revisar los niveles de agua periódicamente, ya que incluso los bebederos automáticos pueden obstruirse.
Los caballos normalmente consumen alrededor de 5 litros de agua por cada 50 kg de peso corporal, por lo que un caballo de 500 kg necesitará un mínimo de 50 litros de agua al día. Esta cantidad puede aumentar considerablemente durante períodos de ejercicio, con calor o humedad elevados, o en yeguas lactantes.
Algunos caballos pueden ser más exigentes con el agua que otros. Por ejemplo, los caballos mayores o aquellos con problemas dentales o de salud pueden ser más sensibles a la temperatura. Vigilaremos cuidadosamente su consumo y hábitos de bebida ya que cada caballo es único. Si el caballo duda en beber o muestra un interés mínimo en el agua, es posible que la temperatura no sea la adecuada.
Nunca nos olvidemos de que nos les falte sal a libre disposición.
En cuanto a la sombra, poder escapar del calor directo del sol es fundamental, la sombra puede ayudar a prevenir el golpe de calor o el agotamiento por calor en los caballos, al igual que en los humanos.

La sombra de árboles o refugios protegerá a los caballos del sol. Los árboles son ideales, ya que un lado siempre estará protegido del sol, mientras que la mayoría de los refugios reciben pleno sol parte del tiempo. Tengamos en cuenta que la sombra cambia a lo largo del día y que los refugios pueden bloquear la ventilación natural.
Muchas veces los caballos prefieren quedarse al sol y no ponerse a la sombra pero necesitan la opción de tenerla; los prados y paddocks siempre deben ofrecer sombra, incluso si no la usan mucho. Con el aumento de las temperaturas, calor y radiación solar buscan sombra y se acercan a ella aunque no la usen. Los caballos que no tienen acceso a la sombra se estresan si no la encuentran cuando la necesitan.
En resumen, los caballos son sensibles al calor y dependen de los humanos para regular su temperatura, ya que toleran mejor el frío que el calor. Generan mucho calor durante el ejercicio y tienen mecanismos limitados para disiparlo, como el sudor y el jadeo. Factores como humedad, mala ventilación o esfuerzo físico pueden causar sobrecalentamiento, deshidratación o incluso golpe de calor. Es esencial proporcionar agua fresca, sombra, sal y electrolitos, evitar el ejercicio en horas de calor extremo y monitorear signos de estrés térmico. Ante síntomas graves, se debe enfriar al caballo de inmediato y contactar al veterinario.





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