Sir Winston Churchill dijo una vez:
“Hay algo en el exterior de un caballo que es bueno para el interior de un hombre”.
Esta cita dice mucho a cualquiera que trate con caballos.

Tratando con caballos hay un lado técnico/mecánico, un lado científico/académico y un lado atlético, tanto para el caballo como para el jinete; pero en el trato con caballos, hay también, un lado intuitivo/psíquico. Es lo que llamamos “sensibilidad” o "sentimiento", el "feeling", como dicen en ingles, y es el aspecto más difícil de describir y enseñar.

Para desarrollar esta sensibilidad debemos abrir el corazón y la mente al caballo y comprender bien cómo funcionan la mente y el cuerpo del caballo.
Para poder escuchar lo que el caballo tiene que decir, tenemos que estar física y mentalmente equilibrados y relajados, pero concentrados, porque sólo un cuerpo y una mente relajados son receptivos. Tenemos que limpiar nuestra mente de todo desorden, de todas las preocupaciones y de todo parloteo mental que nos distraiga, y dirigir nuestra atención al caballo. Esta concentración tranquila y atenta tiende a atraer a su vez la atención del caballo y entonces observaremos al caballo con todos los sentidos, incluido un cierto sexto sentido que percibe la energía del caballo, sus pensamientos y emociones.
El caballo lo percibirá y responderá positivamente a un enfoque tan amistoso. El caballo siempre nos habla y a nosotros nos toca escuchar y tratar de comprender lo que nos dice, tiene mucho que enseñarnos si estamos dispuestos a escuchar.

Viviendo y trabajando con caballos
he aprendido mucho al largo de los años, me han enseñado que con el trabajo duro y pasión se pueden superar los obstáculos.
Cuando trabajas con caballos, no hay días libres. Ya sea que esté helado de frio o haga un calor sofocante afuera, los caballos necesitan alimento y agua. Su supervivencia depende de que esté presente y ponga sus necesidades en primer lugar.
La relación con caballos ha configurado mi día a día y he tenido que adaptar o reajustar decisiones importantes de mi vida a mi compromiso con ellos. Sin embargo, tener caballos en mi vida es la mejor decisión que he tomado. Cada sacrificio para que esto sucediera valió completamente la pena.

Me han enseñado paciencia, responsabilidad y determinación para alcanzar mis metas.
A trabajar por mis sueños en vez de esperar que me contraten para trabajar por los de otros.
Me han enseñado a enfrentarme al miedo y superarlo para sentirme empoderado y listo para enfrentarme a las duras pruebas de la vida.
El fracaso sucederá. Será necesario superar obstáculos. No debemos rendirnos y aprender de los caballos que intentarlo de nuevo es desarrollar resiliencia. En una era de gratificación instantánea, los caballos tienen mucho que enseñarnos sobre el valor del esfuerzo físico y mental.

Se dice que los caballos son como un espejo del alma, a veces te gustara lo que ves, a veces no. Saben siempre exactamente cómo te sientes y me he visto crecer y cambiar a través de mis relaciones con muchos caballos diferentes. Es posible que puedas engañar a otras personas, pero nunca podrás engañar a un caballo.
Para ganar su confianza, tienes que ser genuino o él verá a través de ti. Te enseñan que tienes que manejar tus emociones para poder progresar. Dejar que las emociones se apoderen de ti cuando trabajas con un caballo suele ser una receta para el desastre.
Los caballos reflejan la energía que emitimos.
Me han ayudado a derribar muros que me había construido y permitirme ser mi yo verdadero, aunque a veces eso signifique ser vulnerable y ceder el control.
Para ser auténtico, es crucial estar presente y ser consciente de lo que se está haciendo en este momento. Cuando notes que tu mente se desvía en mil direcciones, respira profundamente, céntrate en tu entorno inmediato y recuerda que estás viviendo en el aquí y ahora.
A los caballos no les preocupa el ayer ni el mañana. Están enfocados en el momento.

De ellos he aprendido sencillez en mi relación con el mundo y en las relaciones con otras personas, sin prejuicios ni miedo a abrirme a otros, construyendo relaciones de confianza.
Para que la manada sobreviva, los caballos deben respetar los roles de los demás y cooperar. Así aprendí a acercarme a los demás con respeto y conciencia, cooperando pese a las diferencias, sin dejar de afirmar mis límites, pero evitando el conflicto y aprendiendo a perdonar, como tantas veces ellos han perdonado mi ignorancia, mi prisa, mi tensión, mi miedo y tantas cosas más.
Cuando aprendemos a entender lo que nos dice un caballo a través del lenguaje corporal, estamos aprendiendo a interpretar las comunicaciones no verbales. Me han enseñado a mejorar mi comunicación verbal y el lenguaje corporal. Las palabras son importantes para transmitir ideas y pensamientos, pero muchas veces el tono, la postura, la mirada y nuestras acciones los son mucho más.

Saber cómo leer el lenguaje corporal y ser empático con las emociones de los demás mejorará nuestra relación con los caballos y con las personas que nos rodean.
Dominar el arte de comunicarse con claridad es una habilidad que podemos aplicar en la vida diaria. Seamos abiertos y honestos con nuestras expectativas, y al mismo tiempo comuniquémonos de manera clara y razonable. Al igual que los caballo, las otras personas no pueden leernos la mente.

A veces, solo vemos el mundo desde nuestra perspectiva. Ese charco de agua que apenas tiene tres centímetros de profundidad desde nuestra perspectiva, pero para un caballo que no está acostumbrado a cruzar el agua, es como si le pidiéramos que cruce el mar a nado. Entonces intentamos ver la situación desde la perspectiva del caballo. No solo no tiene el mismo campo de visión que nosotros, sino que también piensa como un animal de presa y así responde. De la misma manera, tratar de comprender la perspectiva de quienes nos rodean no solo nos convertirá en mejores personas, sino que fortalecerá nuestras relaciones personales y profesionales.
Lo que hace que el caballo sea un gran maestro es el vínculo especial que tenemos con ellos. Hay una conexión, una comprensión y un respeto que es especial. Es a través de esta conexión que podemos aprender de ellos. Nos enseñan a ser la mejor versión de nosotros mismos. Nos dan las herramientas para triunfar en nuestro loco mundo, lo entienden. No necesitan un título, ni un psicólogo. Son capaces de mostrarnos y enseñarnos las cualidades básicas que ya deberíamos conocer y lo dicen todo sin palabras. Ningún otro animal es capaz de trabajar y comunicarse con nosotros como ellos.
No les importan todas las cosas por las que estás pasando. Solo ven tu alma. Y si te quedas callado y escuchas, descubrirás que tienen mucho que decir y te ayudarán en este loco viaje que llamamos vida.

Para un caballo, la felicidad puede ser una puerta abierta de par en par que da al pasto y verlo estirarse sobre la hierba, bostezar y tomar el sol en un hermoso día siempre es un buen recordatorio de que, a menudo, son las pequeñas cosas de la vida, por las que debemos estar agradecidos.
Y por eso, todo lo que los caballos me han enseñado, y todo lo que hemos vivido y compartido, les estoy verdaderamente agradecido.
Tener caballos no es solo algo que haces, es tu esencia misma.

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